…En el Aula hospitalaria , hay una cometa de lindos colores decorando la pared, pero es un poco traviesa y le gusta escaparse por las ventanas de las habitaciones del hospital. Al anochecer, espera a que los niños duerman para volar libre por el cielo. Cuando la cometa regresa al hospital, se sienta junto a los niños para contarles lo que ha visto mientras viajaba entre las nubes. Ayer, al regresar de sus vuelos, le pregunté:
- ¿De dónde vienes tan alegre? le pregunté:
Ella, la cometa de lindos colores, me contó que venía de una escuela donde los niños aprendían desde pequeños a jugar, regalando cariño y amistad.
- ¿Y qué has aprendido mientras volabas?
Mi amiga, la cometa, me explicó que había conocido a personas muy generosas, que regalaban su amistad y cariño para ayudar a que niños enfermos se sintieran acompañados y alegres por tener amigos. Yo me alegré mucho al escuchar sus historias, y por eso, le pedí que os las contara.... Así se inicia este vuelo... pero esta cometa ha volado lejos tanto que ha atravesado, ríos, montañas y océanos para llevar de ilusión a niños y grandes profesores que han hecho volar no solo la esperanza sino la unión entre aulas hospitalarias que han latido bajo un mismo corazón.
Un proyecto común une a países del mundo. Una cometa un símbolo de unión entre las Aulas hospitalarias de Lleida, Aulas de Salta Argentina y Colombia.
Niños de las diferentes aulas, realizaron cometas para niños con cáncer, así como multitud de ellas llegadas desde asociaciones, familias, y personas a nivel particular que desearon apoyar una propuesta solidaria.
El vuelo de la cometa simboliza la esperanza. Nuevos vientos que empujen a la investigación contra el cáncer. Bajo deseos de que niños y mayores puedan un día respirar nuevos aires que impregnen tratamientos de curación.
Son muchos los años en los cuales he vivido de cerca situaciones de adversidad en salud en los niños, y conozco de primera mano las enfermedades oncológicas, y el gran trabajo que se hace desde las asociaciones, centros hospitalarios, y familias sin olvidad la población en general , un esfuerzo, siempre con ilusión, un no parar en beneficio de todos.
El protagonista de nuestra historia tenía 8 años y su bonita sonrisa saludaba a los vecinos de un pueblo cerca de una tranquila ciudad bañada por el río Segre, Lleida.
Joel que así se llama nuestro amigo, cada mañana se levantaba muy temprano para llegar puntual a la escuela, era un niño muy obediente y al oír la llamada de su madre saltaba de la cama rápido para lavarse, vestirse y tomarse un buen desayuno antes de salir de casa, pero ese día era diferente…
En el colegio tenía muchos amigos. Le gustaba jugar y compartir momentos divertidos con ellos en el patio a la hora del recreo, por eso, todos los niños y niñas deseaban sentarse a su lado en las clases y la profesora le ponía buenas notas porque siempre estaba atento en sus explicaciones.
Pero ese lunes algo cambiaría en su vida… Hacía unos días que no terminaba de encontrase bien, se sentía cansado, tenía tos y unas manchitas de color azul empezaban a aparecer en su cuerpo. Maribel su madre, le puso el termómetro ya que Joel dijo sentir frio y comprobó que tenía fiebre y le dolían las piernas. Al ver Maribel que su hijo no tenía ganas de tomarse el desayuno le dijo:
-Joel vamos a ir al médico, es mejor que te examine para ver que te ocurre.
- Mama es que hoy… la profesora Paula nos ha dicho que haríamos, en la clase de plástica, una cometa para hacerla volar en el cielo. ¡Y yo quiero tener mi cometa!
- Joel…yo hablare con la profesora para que otro día puedas hacerla ¡no te preocupes! pero hoy hemos de ir al pediatra. Ahora voy a llamar al colegio para decirles que estás enfermo y cuando te cures irás.
El niño escuchó a su madre e intentó tomarse la leche y una rebanada de pan tostado con jamón, pero se sentía tan flojo como en los últimos días y apenas tomo un pequeño bocado.
Y decidieron ir a la consulta de Inma, su médico, que le atendía desde pequeño, y al llegar allí, la pediatra observó cuidadosamente las manchitas azuladas, habló con Joel que le explicó cómo se encontraba y él le comentó las pocas fuerzas que tenía y le extrañaba, porque él siempre tenía ganas de hacer bromas, de ayudar en casa, de jugar y hacer deberes, pero ahora era como si siempre estuviera cansado. Al oír a Joel, Inma le mandó unos análisis. A la espera de verlos al día siguiente.
El día pasó despacio y los padres del niño se preguntaban que le podría estar pasando a su hijo, las horas se hacían largas a la espera de regresar nuevamente a la consulta del médico.
Maribel se quedó muy preocupada pero Inma tomándola por los hombros le trasmitió ternura y confianza.
¿Y podría ir al colegio?- añadió el niño- hoy iban a traer cartón, papeles de colores…lazos…para hacer una cometa y yo quiero hacer la mía.
Bueno Joel- añadió Inma- solo pasa a recoger los materiales y después has de ir al hospital.
Maribel y Joel caminaban de la mano hacia el colegio y al llegar, Fernando, el director, saludó a nuestro amigo y después de escuchar al niño, le comentó que en el hospital había un colegio y que en esa aula hospitalaria podría hacer sus trabajos. Deseándole que se recuperara pronto, los acompañó hacia su clase, no sin antes, despedirse con un fuerte abrazo y una amable señal de ánimos.
Era las nueve de la mañana cuando tenían la visita y entraron en un bonito despacho decorado con motivos infantiles, allí Inma les dijo con voz cálida:
Mira Joel has de ir al hospital porque quiero que te hagan más pruebas, lo mejor es que ahora vayas a casa prepares una maletita con todo lo que desees llevarte y vayas al hospital.
Al entrar en su aula, María su compañera, se puso contenta al verle y le preguntó:
¿Ya estás bien? Nos ha dicho Paula la profesora que ibas al médico.
El médico me ha dicho que he de ir al hospital porque me han de hacer pruebas y he venido a por mis libros porque allí tendré un colegio y haré los mismos trabajos que hacéis aquí, me lo ha explicado el director.
Y mirando a Paula, su profesora, que estaba hablando con su madre añadió:
¡Podría llevarme los materiales para hacer mi cometa!
En ese instante la profesora le dijo con voz cariñosa:
¡Por supuesto puedes llevarte tu cometa! y estate tranquilo porque nosotros vamos a estar junto a ti, te vamos a mandar correos y si has de estar haciéndote pruebas en el hospital haremos que sientas que tus compañeros de clase siempre están junto a ti.
Joel recogió sus libros, sus carpetas, las fichas que tenía para hacer esa semana y una pequeña caja que tenía todo lo necesario para hacer su cometa.
Regresaron a casa y mientras su madre le hacía la maleta con la ropa, él se preocupaba de poner en una mochila un juguete, unos libros, un par de fotos en las que estaba junto a su hermana Teresa, a la que quería muchísimo y cuidaba, ya que, era dos años menor que él, y esos días se iba a quedar en casa de los abuelos.
Maribel al ver que el niño tenía ya preparada la bolsa llamó a su padre para avisarle que ya estaban listos para ir al hospital y que podía venir a recogerlos para acompañarlos.
Llegaron a un edificio de ladrillos rojizos y se dirigieron a la zona pediátrica y allí Juan, un médico joven, salió a saludarlo.
Hola Joel ¡ven conmigo! que vamos a mirar cómo te encuentras…
El niño le acompañó a la sala de exploraciones pero el tiempo pasaba despacio, estuvo unas horas entre analíticas y pruebas médicas mientras sus padres esperaban atentos los resultados.
Al finalizar el estudio le informaron que Joel debía de permanecer en el hospital ya qué las pruebas confirmaban que tenía leucemia y que debía de realizar su tratamiento para poder curarse.
Joel se puso triste pero su médico le dijo que aunque el tratamiento sería largo harían todo lo posible para que se pusiera bien, pero el niño solo pensaba que deseaba estar en su colegio con sus amigos…que quería estudiar…jugar…y construir una cometa que pudiera hacer volar alto y que desde el cielo se pudiera ver por todo el mundo.
Así fue como ese día Joel iniciaría su andadura entre pijamas por un mundo que se le hacía difícil. El niño, con sus ocho años, era un niño fuerte arropado por el cariño de sus padres y por la sabiduría de médicos y enfermeras que le cuidaban. Su vida en el hospital iba a ser diferente, pero todas las personas que trabajan allí intentaban que los niños ingresados se pusieran buenos para pudieran seguir con sus vidas y sus sueños, pero para ello, los niños necesitan tratamientos médicos y cariño. Necesitan sentirse queridos y acompañados por hermanos, padres…amigos…
………………
A la mañana siguiente Joel escribió esta carta:
Queridos amigos y amigas del colegio y querida Paula.
Los médicos me han dicho que de estar unos meses en el hospital porque el tratamiento que me han de hacer es largo.
Mi padre y mi madre se lo han organizado para estar conmigo, y con mi hermana…pero yo os echo de menos y me gustaría estar con vosotros en el colegio, aquí en el hospital también hay una profesora y me ha dicho que me podéis escribir y mandarme los trabajos que hacéis.
La semana que viene voy a empezar hacer mi cometa y me gustaría que fuera la cometa más bonita del universo para que cuando vuele…cualquier niño que la vea sepa que deseo que tenga salud. Quiero que sea la cometa más grande que haya volado jamás. Quiero que sepáis que me acuerdo de las risas en el patio y de los deberes que Paula nos mandaba…Quiero que sepáis que me gustaría jugar con vosotros y compartir la clase de deporte y algún que otro enfado en el colegio.
Escribirme os prometo contestar.
Joel.
Así escribió esta carta iniciando un libro con su historia... gracias a todas las escuelas que enviasteis una cometa desde toda la Provincia de Lleida, a todas las que enviasteis puntos de libro con cometas y deseos y deseo hacer una mención , en especial a todas las que llegaron volando desde ese océano que nos une en ilusiones y objetivos comunes, a las Aulas Hospitalarias del Hospital de San Bernardo, Hospital Materno Infantil de la provincia de Salta Argentina. Colegio Gimnasio Imperial Bogotá Colombia. y al Gran profesor el director e la escuela de Puerto Montt Chile que ha ilustrado este vuelo ya universal.
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