martes, 18 de diciembre de 2018

conferencia aula hospitalaria y magia





El sabado dia 15 de diciembre tuvo lugar dentro del circuito cultural Granada Costa la Conferencia el mago de las sonrisas. Cuento de la Autora y directora del aula Hospitalaria la Doctora Toñy Castillo, dedicado al mago educativo Oscar de la Torre, en ella se explicó como se trabaja en el aula hospitalaria, una conferencia donde el texto y la magia de Oscar de la Torre se unen para explicar la necesidad de herramientas que faciliten el bienestar de los niños hospitalizados.









 Cuento el Mago de las sonrisas



En esa mañana de invierno el Sol se había levantado muy brillante, animando a la niebla a marchar hacia la parte alta del castillo. Llevaba tiempo pensando como poder colarse en el gran edificio de cristales azulados. Escondido detrás de la única nube blanca observaba atentamente a todas las personas que entraban por la puerta principal, a la espera, de ver a alguien que llevara un bolso, una caja, o un saco para poder ocultarse y entrar en el edificio si levantar sospechas.

Su sorpresa fue cuando vio llegar a Marta, una preciosa niña con ojos de color canela, iba de la mano de su hermano mayor Jorge y a pocos pasos sus padres le seguían con dos mochilas en cada mano. Justo en ese instante, fue cuando el Sol vio la oportunidad de introducirse por la cremallera entreabierta de la bolsa que Luisa, su madre, llevaba fuertemente agarrada.

Desde la ranura el Sol miraba de reojo un largo pasillo, en sus paredes colgaban cuadros infantiles y dibujos de lunas lilas decoraban las puertas que abrían las habitaciones donde vivían durante un tiempo niños y niñas con ganas de crecer fuertes.

- Uff ¡cómo pesa esta bolsa! -refunfuñó luisa-.
- Mama es que allí llevo mis juguetes - contestó Marta sin saber que el Sol se había metido en ella-jiji se oyó dentro de la bolsa -el sol se reía travieso en su escondite-
- Parece ser que has traído todos los muñecos de tu habitación ¿Eh? – Añadió con un tono entre alegre y preocupado-.

La niña últimamente no se encontraba bien, llevaba un tiempo sin salir a la calle a jugar a la plaza con sus amigos y estaba desganada para ir a su colegio. Su madre la había llevado al médico de familia y después de análisis y muchas pruebas comprobaron que necesitaba cuidados que solo las manos más sabias saben dar en los hospitales.
Marta había preparado libros, juguetes y todo aquello que le tenía mucho cariño y deseaba tener cerca pero ignoraba que un nuevo amigo, el Sol, se había colado entre sus dibujos.

- ¡Hola Marta! – Le saludó Rosa la enfermera- ¿Cómo te encuentras?
- Bien - dijo tristemente, sacándose el abrigo, la bufanda y el gorro para vestirse con la bata blanca de dibujos que junto con su pijama le entregó su enfermera.

A Marta no le gustaba tener que estar en un hospital, pero sabía que era la manera de que su sonrisa estuviera en su boca. Tenía 8 años, era buena estudiante, siempre estaba contenta, le gustaba jugar con su hermano cuando terminaba el colegio y se sentaba delante del televisor con una libreta donde iba dibujando a sus personajes favoritos.

Le gustaba leer cuentos de magos, que con varitas mágicas y sombreros de copa, creaban ilusiones. Pero ahora estaba en un hospital y se sentía preocupada, Juan su médico, le había dicho que necesitaría unas medicinas muy especiales que se llamaban quimioterapia que darían mucha energía a su cuerpo, y su pelo nacería de nuevo más bonito que nunca, pero por un tiempo habría de permanecer en hospital.

Los días iban pasando y Marta iba al colegio cada mañana, hacía sus deberes para no atrasarse en los estudios, las enfermeras con mucho cariño le ponían en el suero las medicinas y aunque había días que se encontraba un poquito mejor, se seguía encontrando triste. El Sol sin que ella se diera cuenta dormía bajo su cama y pensaba….
¿Qué puedo hacer para que Marta se alegre…?

Un día se vistió con una capa y cuando estaba Marta sola, hacía de espadachín… pero a pesar de caerse pisándose la capa… Marta no reía.

Otro día se vistió de Luna… pero se veía que era el Sol y tampoco le hacía gracia a la niña.

Entonces tuvo una idea… iría a hablar con un mago. SI UN MAGO, salió de la cama y al ver la ventana quiso salir por ella, y ZAS… se dio un sonoro golpe y volvió a meterse en su escondite ideando su fuga.

Rosa, al llevarle el desayuno, abrió un trocito de la ventana de Marta y en ese momento en un descuido…. Se escapó el Sol por ella. Fue paseándose por las calles, se paró delante de un teatro donde vio anunciado que un gran mago venía a la ciudad. Así pues, le esperó y al terminar su actuación nuestro amigo se coló en su camerino.

-Hola -dijo el Sol abriendo sus rayos-. Veras… no sé cómo empezar… -añadió- hay un edificio de cristales azules, allí hay niños y niñas que tienen ojos muy bonitos, pero están tristes y yo creo que necesitan sonreír. Tú eres mago. ¿Puedes acompañarme para devolverles la sonrisa?

El mago emocionado de ver al Sol hablándole, le dijo con voz cantarina:

- Claro que te acompaño, deseo conocerlos. Nunca debería de haber ni un solo niño triste.

Para no levantar sospechas el Sol se metió dentro del sombrero de Óscar el mago y así llegaron al gran pasillo de colores vivos, al entrar los niños y niñas se quedaron extrañados al ver a un señor vestido con un traje negro con corbata roja, un chaleco brillante con chistera negra que empujaba un carro con vivos colores donde muchas sonrisas estaban dibujadas.

Las puertas se iban abriendo y los niños salían de sus habitaciones para seguir al mago hasta una sala.
 Marta dijo su enfermera con una calidad voz- levántate ha venido un mago.
No se lo podía creer que allí en el hospital apareciera un señor con una chistera, aun así se levantó y se fue hasta la sala donde estaba el resto de sus compañeros. Al llegar, el mago le preguntó:

- ¿Tu eres la niña de los ojos bonito?.. La niña no supo responder pues en esa planta todos los niños y niñas tenían los ojos más preciosos del mundo.
- ¿Eres Marta?
- Si
- ¿Te gusta la magia?
- Si mucho.
-¿Y qué te gustaría ser de mayor?
- Medico para que los niños estén siempre bien y contentos y… -tardó unos segundos en seguir hablando- también maga para hacerlos sonreír.

Empezó la función y Luís el niño de la 533 se reía y María de la 542 tenía la boca abierta, maravillada, viendo cómo cambiaban de color los pañuelos con solo pasarlos por un tubo.

Nuestro amigo Sol decidió sumarse a la fiesta y salió del escondite tan rápido que tropezó con Laia, la enfermera que llevaba el carro de las curas. Quiso levantarse y con los rayos tan grandes se enredó en el palo de suero de Eduardo.

Miró a Felipe, deseando ir hacia él, y el muy patoso sin darse cuenta hizo que su luz brillara como si amaneciera…

-Ehhhh que nos vas a cegar…. Decían riendo a carcajadas… que clase de Sol eres tú que no paras de caerte… ¿Ehh?

Cada sonrisa hacía que las medicinas entraran en los niños con más rapidez, casi sin darse cuenta, y se sentían más alegres, e incluso, empezaban a brotar pequeños mechones de pelo.

Nuestro amigo Sol se escondió dentro de la chistera y miraba tímidamente a los niños riendo. Fue una bonita mañana de invierno, y al terminar el espectáculo (nuestros amigos comprobaron que para ayudar a que los niños se curaran más pronto) la magia y la risa debían llegar a los hospitales.

De esta manera… un día sacaban un conejo de una chistera… otro las cuerdas nunca se rompían, la risa llegó a todas las habitaciones haciendo que se levantasen pronto cuando les avisaban que el mago llegaba al hospital.

- Hola Marta- le dijo el Sol a la niña- Hoy te veo muy contenta.
-Sí, Joan el médico me ha dicho que tiene que hablar conmigo y que son buenas noticias.
- Entonces seguramente te iras del hospital. Dijo el Sol con un guiño.
- No lo sé, a ver qué me dice el médico- dijo la niña tocándose su pelito corto y fuerte.
- ¡Hoy viene el mago!
- Si, ya tengo ganas de desayunar hacer los deberes e ir corriendo para divertirme.

Marta fue rápidamente a la gran sala a ver los nuevos trucos de magia, convirtiéndose por unos instantes en la ayudante del mago. En ese momento, éste le dijo: ahora has de meter la mano en la chistera, pedir un deseo y veremos a ver qué ocurre…

Marta metió la mano en la chistera, y allí estaba su amigo Sol en el fondo del sombrero, y tomándolo por uno de sus rayos, salió majestuoso iluminando la sala, y todos se quedaron muy asombrados. Entonces el mago tocó con su varita mágica y, en cada rayo de sol, colocó una margarita que hizo de la sala un gran jardín en esa mañana ya de primavera.

Ahhh y ¿qué pasó con nuestro amigo Sol? os estaréis preguntando…

….. Pues que cada mañana busca edificios donde hay niños para colarse y decírselo al mago.

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