El sabado dia 15 de diciembre tuvo lugar dentro del circuito cultural Granada Costa la Conferencia el mago de las sonrisas. Cuento de la Autora y directora del aula Hospitalaria la Doctora Toñy Castillo, dedicado al mago educativo Oscar de la Torre, en ella se explicó como se trabaja en el aula hospitalaria, una conferencia donde el texto y la magia de Oscar de la Torre se unen para explicar la necesidad de herramientas que faciliten el bienestar de los niños hospitalizados.
Cuento el Mago de las sonrisas
En esa mañana de invierno el Sol se había levantado
muy brillante, animando a la niebla a marchar hacia la parte alta del castillo.
Llevaba tiempo pensando como poder colarse en el gran edificio de cristales
azulados. Escondido detrás de la única nube blanca observaba atentamente a
todas las personas que entraban por la puerta principal, a la espera, de ver a
alguien que llevara un bolso, una caja, o un saco para poder ocultarse y entrar
en el edificio si levantar sospechas.
Su sorpresa fue cuando vio llegar a Marta, una
preciosa niña con ojos de color canela, iba de la mano de su hermano mayor
Jorge y a pocos pasos sus padres le seguían con dos mochilas en cada mano.
Justo en ese instante, fue cuando el Sol vio la oportunidad de introducirse por
la cremallera entreabierta de la bolsa que Luisa, su madre, llevaba fuertemente
agarrada.
Desde la ranura el Sol miraba de reojo un largo
pasillo, en sus paredes colgaban cuadros infantiles y dibujos de lunas lilas
decoraban las puertas que abrían las habitaciones donde vivían durante un
tiempo niños y niñas con ganas de crecer fuertes.
-
Uff ¡cómo pesa esta bolsa! -refunfuñó luisa-.
-
Mama es que allí llevo mis juguetes - contestó Marta sin saber que el Sol se
había metido en ella-jiji se oyó dentro de la bolsa -el sol se reía travieso en
su escondite-
-
Parece ser que has traído todos los muñecos de tu habitación ¿Eh? – Añadió con
un tono entre alegre y preocupado-.
La niña últimamente no se encontraba bien, llevaba
un tiempo sin salir a la calle a jugar a la plaza con sus amigos y estaba
desganada para ir a su colegio. Su madre la había llevado al médico de familia
y después de análisis y muchas pruebas comprobaron que necesitaba cuidados que
solo las manos más sabias saben dar en los hospitales.
Marta había preparado libros, juguetes y todo
aquello que le tenía mucho cariño y deseaba tener cerca pero ignoraba que un
nuevo amigo, el Sol, se había colado entre sus dibujos.
- ¡Hola Marta! – Le saludó Rosa la
enfermera- ¿Cómo te encuentras?
- Bien - dijo tristemente, sacándose el
abrigo, la bufanda y el gorro para vestirse con la bata blanca de dibujos que
junto con su pijama le entregó su enfermera.
A Marta no le gustaba tener que estar en un
hospital, pero sabía que era la manera de que su sonrisa estuviera en su boca.
Tenía 8 años, era buena estudiante, siempre estaba contenta, le gustaba jugar
con su hermano cuando terminaba el colegio y se sentaba delante del televisor
con una libreta donde iba dibujando a sus personajes favoritos.
Le gustaba leer cuentos de magos, que con varitas
mágicas y sombreros de copa, creaban ilusiones. Pero ahora estaba en un
hospital y se sentía preocupada, Juan su médico, le había dicho que necesitaría
unas medicinas muy especiales que se llamaban quimioterapia que darían mucha
energía a su cuerpo, y su pelo nacería de nuevo más bonito que nunca, pero por
un tiempo habría de permanecer en hospital.
Los días iban pasando y Marta iba al colegio cada
mañana, hacía sus deberes para no atrasarse en los estudios, las enfermeras con
mucho cariño le ponían en el suero las medicinas y aunque había días que se
encontraba un poquito mejor, se seguía encontrando triste. El Sol sin que ella
se diera cuenta dormía bajo su cama y pensaba….
¿Qué
puedo hacer para que Marta se alegre…?
Un día se vistió con una capa y cuando estaba Marta
sola, hacía de espadachín… pero a pesar de caerse pisándose la capa… Marta no
reía.
Otro día se vistió de Luna… pero se veía que era el
Sol y tampoco le hacía gracia a la niña.
Entonces tuvo una idea… iría a hablar con un mago.
SI UN MAGO, salió de la cama y al ver la ventana quiso salir por ella, y ZAS…
se dio un sonoro golpe y volvió a meterse en su escondite ideando su fuga.
Rosa, al llevarle el desayuno, abrió un trocito de
la ventana de Marta y en ese momento en un descuido…. Se escapó el Sol por
ella. Fue paseándose por las calles, se paró delante de un teatro donde vio
anunciado que un gran mago venía a la ciudad. Así pues, le esperó y al terminar
su actuación nuestro amigo se coló en su camerino.
-Hola
-dijo el Sol abriendo sus rayos-. Veras… no sé cómo empezar… -añadió- hay un
edificio de cristales azules, allí hay niños y niñas que tienen ojos muy
bonitos, pero están tristes y yo creo que necesitan sonreír. Tú eres mago.
¿Puedes acompañarme para devolverles la sonrisa?
El mago emocionado de ver al Sol hablándole, le dijo
con voz cantarina:
-
Claro que te acompaño, deseo conocerlos. Nunca debería de haber ni un solo niño
triste.
Para no levantar sospechas el Sol se metió dentro
del sombrero de Óscar el mago y así llegaron al gran pasillo de colores vivos,
al entrar los niños y niñas se quedaron extrañados al ver a un señor vestido
con un traje negro con corbata roja, un chaleco brillante con chistera negra
que empujaba un carro con vivos colores donde muchas sonrisas estaban
dibujadas.
Las puertas se iban abriendo y los niños salían de
sus habitaciones para seguir al mago hasta una sala.
Marta dijo su
enfermera con una calidad voz- levántate ha venido un mago.
No se lo podía creer que allí en el hospital
apareciera un señor con una chistera, aun así se levantó y se fue hasta la sala
donde estaba el resto de sus compañeros. Al llegar, el mago le preguntó:
-
¿Tu eres la niña de los ojos bonito?.. La niña no supo responder pues en esa
planta todos los niños y niñas tenían los ojos más preciosos del mundo.
-
¿Eres Marta?
-
Si
-
¿Te gusta la magia?
-
Si mucho.
-¿Y
qué te gustaría ser de mayor?
-
Medico para que los niños estén siempre bien y contentos y… -tardó unos
segundos en seguir hablando- también maga para hacerlos sonreír.
Empezó la función y Luís el niño de la 533 se reía y
María de la 542 tenía la boca abierta, maravillada, viendo cómo cambiaban de
color los pañuelos con solo pasarlos por un tubo.
Nuestro amigo Sol decidió sumarse a la fiesta y
salió del escondite tan rápido que tropezó con Laia, la enfermera que llevaba
el carro de las curas. Quiso levantarse y con los rayos tan grandes se enredó
en el palo de suero de Eduardo.
Miró a Felipe, deseando ir hacia él, y el muy patoso
sin darse cuenta hizo que su luz brillara como si amaneciera…
-Ehhhh
que nos vas a cegar…. Decían riendo a carcajadas… que clase de Sol eres tú que
no paras de caerte… ¿Ehh?
Cada sonrisa hacía que las medicinas entraran en los
niños con más rapidez, casi sin darse cuenta, y se sentían más alegres, e
incluso, empezaban a brotar pequeños mechones de pelo.
Nuestro amigo Sol se escondió dentro de la chistera
y miraba tímidamente a los niños riendo. Fue una bonita mañana de invierno, y
al terminar el espectáculo (nuestros amigos comprobaron que para ayudar a que
los niños se curaran más pronto) la magia y la risa debían llegar a los
hospitales.
De esta manera… un día sacaban un conejo de una
chistera… otro las cuerdas nunca se rompían, la risa llegó a todas las
habitaciones haciendo que se levantasen pronto cuando les avisaban que el mago
llegaba al hospital.
-
Hola Marta- le dijo el Sol a la niña- Hoy te veo muy contenta.
-Sí,
Joan el médico me ha dicho que tiene que hablar conmigo y que son buenas
noticias.
-
Entonces seguramente te iras del hospital. Dijo el Sol con un guiño.
-
No lo sé, a ver qué me dice el médico- dijo la niña tocándose su pelito corto y
fuerte.
-
¡Hoy viene el mago!
-
Si, ya tengo ganas de desayunar hacer los deberes e ir corriendo para
divertirme.
Marta fue rápidamente a la gran sala a ver los
nuevos trucos de magia, convirtiéndose por unos instantes en la ayudante del
mago. En ese momento, éste le dijo: ahora has de meter la mano en la chistera,
pedir un deseo y veremos a ver qué ocurre…
Marta metió la mano en la chistera, y allí estaba su
amigo Sol en el fondo del sombrero, y tomándolo por uno de sus rayos, salió
majestuoso iluminando la sala, y todos se quedaron muy asombrados. Entonces el
mago tocó con su varita mágica y, en cada rayo de sol, colocó una margarita que
hizo de la sala un gran jardín en esa mañana ya de primavera.
Ahhh y ¿qué pasó con nuestro amigo Sol? os estaréis
preguntando…
….. Pues que cada mañana busca edificios donde hay
niños para colarse y decírselo al mago.
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