lunes, 10 de septiembre de 2018

"Nuevos Escenarios Educativos"Dra Toñy Castillo. Revista Institucional Argentina



Colaboración de la Dra Toñy Castillo Meléndez Directora del Aula hospitalaria Dr. Antoni Cambrodí Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida a la Revista Institucional Argentina"Nuevos Escenarios Educativos"

https://issuu.com/colegiosecundariodomiciliarioyhospi/docs/n8_2.0-2

La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.” OMS


La sociedad cada vez reclama al sistema sanitario más agilidad, mayor bienestar y mejor trato personal. En definitiva, más calidad asistencial. “En los últimos años, se ha producido una serie de cambios en la sociedad que están influyendo directamente en el sistema sanitario. La evolución del entorno socioeconómico y los retos que se plantea la medicina con la aparición de nuevas enfermedades, la variación en los modelos asistenciales, el envejecimiento de la población y la aparición de nuevas tecnologías médicas están modificando la estructura sanitaria de los países desarrollados”. Martínez-Ramos C. (2009).Para Alonso y otros (2006): La actividad pedagógica con niños enfermos en los hospitales no es reciente. Sin embargo, lo que hasta hace muchos años se venía haciendo a través de instancias con un marcado carácter caritativo-asistencial, poco a poco se ha ido convirtiendo en una nueva ciencia en el marco educativo y en una actividad profesional: la pedagogía hospitalaria.  Afirmando  que: “para algunos, la pedagogía hospitalaria constituye una modalidad de la pedagogía social, aunque su tarea se desarrolla fundamentalmente con niños, el hecho de que no se inscriba dentro de un contexto escolar y que frecuentemente se deba extender la acción a personas del entorno del sujeto, hace que su función se parezca más a la de un educador que trabaja en contextos sociales”. Sin embargo, para la mayor parte de los autores reviste las características de la educación especial, al entender que esta acción educativa en los hospitales es básicamente atención a la diversidad, en cuanto, enseñanza adaptada a las necesidades educativas especiales derivadas de la enfermedad y la hospitalización.

El concepto de pedagogía hospitalaria se enmarca en la atención educativa a niños hospitalizados o que requieran atención domiciliaria. Debido a su proceso de patología, esta disciplina ha supuesto para el niño en situación de enfermedad, el reconocimiento de la necesidad de un trabajo interdisciplinar que conlleve a la educación global. Polaino-Lorente (1990) describe la pedagogía hospitalaria como “Una pedagogía vitalizada, una pedagogía de la vida y para la vida”. Su justificación abarcaría en paliar aquellos efectos de índole negativos que afectan al niño a nivel psicológico, educativo y social que pudiera ocasionar el ingreso hospitalario tanto para el niño como para su entorno familiar y social.” (Lizasoáin, 2000).argumenta que ha de esta dirigida a:


Integrar
Al niño ante de su nueva situación (enfermedad-hospitalización) y a su nuevo entorno (hospital).
Dar apoyo emocional
Intentando paliar el posible déficit afectivo tanto del niño como de la familia.
Disminuir
Los posibles efectos negativos originados por la hospitalización.
Animar
Al niño a continuar con su labor educativa.
Propiciar
El aprovechamiento del tiempo de ocio.
Reducir
El déficit escolar.
Serradas (2002) defiende el hecho de que “la mayoría de los niños que ingresan en un hospital están escolarizados. La escuela, junto con la familia, constituye el medio natural donde ellos se desenvuelven. Y la escolarización es la tarea primordial a desarrollar como medio específico de formación, desarrollo y socialización. A primera vista, la idea que surge es de desconexión, separación de su ambiente de convivencia cotidiana, paréntesis en la formación educativa; en definitiva, nos asalta ineludiblemente la imagen de un niño convaleciente en una cama esperando, sin más, a que su salud le permita reorganizar su vida en todos los aspectos”.
 FUNCIONES DEL DOCENTE HOSPITALARIO

Los autores Guillén y Mejía (2002) hacen referencia a la importancia que tienen los profesores de las aulas hospitalarias y, consecuentemente, a sus funciones:
  • Educativa: procurando dar continuidad al proceso educativo escolar de los alumnos convalecientes
  • Compensadora: se desarrollarán acciones de carácter compensatorio en relación con la especial situación de la vida escolar del niño hospitalizado.
  • Preventiva: procurando paliar el posible retraso escolar provocado por la interrupción temporal del currículum.
  • Terapéutica: esforzándose en combatir el síndrome hospitalario y desviando la preocupación en torno a las enfermedades hacia actividades escolares y facilitando vías de comunicación que posibiliten un mayor ajuste de su trabajo.
  • Normalizadora: se intentará serenar la situación hospitalaria con respecto a la vida del niño fuera del hospital, introduciendo las actividades escolares en el proceso hospitalario.
  • Integradora: fomentando un ambiente relajado donde impere la buena convivencia, al margen de su procedencia, edad y enfermedad, entre otras.
  • De coordinación: se realiza a través de dos niveles. La coordinación interna se lleva a cabo entre los maestros que atienden a los niños ingresados en un mismo centro hospitalario, con el personal sanitario y con la familia. La coordinación externa es el otro nivel, y se refiere a las relaciones que los maestros deben establecer de modo permanente con la inspección de educación, con los profesores de otras aulas hospitalarias, con los tutores de los centros de origen, los centros de educación, entidades...
  • Igualmente debe aprovecharse la estancia en el marco hospitalario para introducirle en actividades de higiene y educación sanitaria.
Barrueco y otros (1997) señalan que se debe “compensar el posible retraso académico; ocupar el tiempo libre; promover la independencia y confianza del niño en el medio hospitalario; compartir las preocupaciones y los problemas de los niños, animándoles para que tengan una actitud positiva hacia la enfermedad; mejorar su estabilidad psíquica ante situaciones delicadas referidas a la ansiedad y al miedo ante determinadas pruebas por las que tienen que pasar, a la inquietud por conocer si se van a curar pronto, al desconocimiento del tiempo de ingreso y a la preocupación -sobre todo- por estar solos y que sus padres no estén con ellos; y, finalmente, prestar un importante apoyo emocional a los niños y a los padres”. También deben conocer formas de actuación y técnicas psicológicas que faciliten el contacto con los niños ingresados y con sus padres, ayudándoles tanto a superar el hecho de haber ingresado en un hospital como a conocer la patología que padecen y sus características.
La atención educativa y afectiva de los niños, durante el tiempo de hospitalización, debe tener en cuenta la tarea compartida por los docentes que intervienen en las aulas hospitalarias y las familias, por lo que la comunicación en cuanto al alcance de la enfermedad, las implicaciones para el desarrollo educativo y las posibilidades de colaboración de la familia en el proceso de recuperación será un objetivo a desarrollar. W.G. Bakehouse (2000): “Es esencial que médicos, enfermeras, terapeutas y profesores mantengan una comunicación constante”.
Junto al niño siempre hay una familia o grupo de relación. “Al atender por lo tanto a un niño enfermo es imprescindible incluir a su familia en el proceso, puesto que ésta influye en gran medida en la evolución u obstaculización de la enfermedad” (Attie-Aceves, 1995). El contacto docente-familias será continuo y sistemático a lo largo de todo el proceso de hospitalización, comunicando a los padres el proceso educativo que sigue su hijo. Para ello se aconseja que el contacto con la familia del alumno se lleve a cabo durante los primeros días de ingreso para concretar horarios de atención educativa y todo lo relacionado con la organización y funcionamiento del aula: la flexibilidad de atención, dependiendo de la valoración del progreso de su patología y aquellos servicios que pueda derivar la misma y, en caso de larga enfermedad, se ha de informar de la tramitación de solicitudes para recibir atención domiciliaria de ser necesario.
La participación de los padres o hermanos en las actividades del aula ayudan al alumno a vivir su situación en un entorno cotidiano, que contribuye a una mejora de su estado emocional. También pueden organizarse actividades protagonizadas por los padres o algún otro familiar a partir de las propias habilidades y experiencias, por ejemplo, talleres, trabajo por rincones...


Otra manera de apoyar a las familias durante estos momentos delicados es a través de la exposición de materiales y trabajos de los alumnos hechos en la escuela en diferentes espacios del hospital, como en los pasillos y las habitaciones, que transmitan mensajes de ayuda, apoyo y que inviten a la reflexión, a la  espera de resultados, pruebas o intervenciones. Según Lizasoáin (2000), “las tareas en torno al tratamiento de la enfermedad y cuidado del niño enfermo se convierten así en vehículo para el cambio de conducta entre los miembros de la familia”.
Coordinación con el equipo médico y personal sanitario, adaptando la intervención educativa a las directrices de evolución de la patología y actuando de manera coordinada con el equipo multidisciplinar.
El proceso de atención educativa siempre está en función del tratamiento dado al alumno y a las necesidades individuales derivadas de la patología, por lo tanto, la coordinación con el área sanitaria se hace absolutamente indispensable para conocer la situación diaria que presenta el alumno, ya que de ello derivará el tipo de intervención a realizar con él y el espacio a utilizar para el desempeño de la misma.
El objetivo general que pretende, en todas las comunidades autónomas en las que se ha implantado, es la mejora de la calidad de vida de estos niños, evitando las situaciones de marginación que la enfermedad les puede conllevar, en el único lugar donde la pueden recibir: su casa.
En la medida de lo posible, se procura que el niño realice las mismas actividades que el resto de sus compañeros, siendo su referente el currículum ordinario del grupo donde se encuentra escolarizado, lo que facilitará su posterior integración o escolarización, cuando pueda volver a clase. Por todo ello es necesaria la coordinación sistemática de los sujetos que intervienen en el proceso con la finalidad de ofrecer un tratamiento integral al niño hospitalizado.
Las aulas hospitalarias son unidades docentes ubicadas en un centro hospitalario, de ámbito educativo, y en las que se favorece el seguimiento del itinerario del alumno en régimen de ingreso hospitalario que, a causa de una situación de enfermedad, no puede asistir a su centro ordinario debido a su patología y el grado de manifestación de ella. Los alumnos continúan escolarizados en su centro de procedencia mientras siguen temporalmente su proceso educativo en el aula hospitalaria. El niño en régimen de hospitalización tiene unas necesidades básicas que desarrollar, por lo tanto le asiste el derecho a la educación y a la disponibilidad de maestros y medios que guíen su proceso de aprendizaje y colaboren en el desarrollo armónico de su personalidad. Es evidente que la mayor parte de los niños hospitalizados requieren una atención educativa especial y especializada, independientemente del tratamiento médico recibido (Palomo del Blanco, 1992).
 El término “aula hospitalaria” tiene connotaciones, en la mayoría de las veces, físicas, ya que hace referencia a la ubicación del recurso dentro del hospital, tomando por espacio el lugar donde se desarrolla la actividad, ya sea la propia sala dedicada a las actividades docentes específicas como a la atención en habitaciones para todos aquellos niños en edad escolar obligatoria, que debido a su patología no pueden asistir a la clase del hospital y reciben atención educativa en la habitación o en cámaras de aislamiento.
Prats (1992): “Si uno de los objetivos primordiales de los centros ordinarios es el respeto y el tratamiento de la diversidad como un derecho de todos los niños  hospitalizados en un aula hospitalaria, al ser una realidad muy acusada y evidente, es preciso dar una respuesta positiva”. Prats nos sitúa delante del aula hospitalaria como elemento de tratamiento de la diversidad donde se adecuan las áreas o las disciplinas de estudio, como los contenidos y los objetivos de las mismas a la población existente, permitiendo dar apoyo y favoreciendo el seguimiento y el proceso de aprendizaje de niños y jóvenes, ya que son facilitadores del contacto con sus referentes: su centro escolar, sus profesores y sus compañeros, intentando crear normalidad durante la estancia hospitalaria.
Su objetivo es continuar, en la medida de lo posible, el proceso educativo. Grau (2001):
  • Compensando las deficiencias derivadas de una situación de enfermedad. Facilitando la integración escolar.
  • Evitando la marginación escolar y social.
  • Disminuyendo el estrés del niño.
En relación a este último punto, la enfermedad puede provocar estrés en el niño y en las funciones psicológicas que suscita la patología, que influyen en el curso de la misma.
Los factores estresantes podrían dar cambios adversos de comportamientos, tales como: agresividad, falta de adhesión al tratamiento, respuestas de negación, dependencia emocional y/o afectiva, miedos, mutismo, e incluso alteraciones cognitivas derivadas de la situación emocional en la cual se encuentra el niño.  El programa escolar puede motivarle, y aliviarle sus angustias. Desde el aula hospitalaria se puede reducir la ansiedad hacia lo desconocido, y esto tendrá un efecto rehabilitador (Guijarro y Torres, 1990).
La atención educativa de los niños hospitalizados se realizará, considerando al niño de modo integral, estimulando y favoreciendo su desarrollo físico, afectivo, intelectual y social. Otra finalidad de estas actuaciones será la de procurar paliar el retraso escolar que ocasiona la prolongada hospitalización y la convalecencia.
Cuando hablamos de la atención a la diversidad, son muchos los factores que se han de contemplar y todos ellos han de estar basados en el principio de que cada niño mantiene unas diferencias y en base a ellas el proceso de educación a de estar fundamentado. Según García González (2005):
“La diversidad del alumnado hospitalizado exige respuestas educativas heterogéneas y uno de los principales problemas derivados de las enfermedades, especialmente en patologías crónicas o de larga duración, es el que los niños no puedan asistir con regularidad a su centro docente. En ellos es necesario considerar no sólo su patología (aguda, crónica, con mayor o menor gravedad.), sino también su ritmo de aprendizaje, sus hábitos, método de estudio, nivel curricular y las limitaciones psicológicas y físicas que le impone su enfermedad”.
A continuación se exponen los objetivos básicos que según García deben contemplarse en las aulas hospitalarias:
A nivel Pedagógico

  • Continuar, siempre que las condiciones de salud lo permitan, el currículo establecido con carácter general en el nivel correspondiente a cada niño hospitalizado, realizando en cada caso las oportunas modificaciones.
  • Fomentar la conciencia de responsabilidad mediante el desarrollo de una programación individual adaptada, teniendo como referente la del curso del alumno convaleciente, que será proporcionada por su tutor.
  • Paliar el retraso escolar en las áreas curriculares ocasionado por la ausencia del centro durante el tiempo de hospitalización a través de la continuidad de las actividades escolares.
  • Crear una situación de continuidad en su proceso educativo mediante la coordinación entre los diferentes profesionales que entran en contacto con el niño.
  • Elaborar programas flexibles e individualizados, tomando como punto de partida los intereses del niño. Establecer las medidas necesarias para que cada niño pierda lo menos posible el contacto con sus compañeros, tutor, centro, amigos.
  • Estimular y potenciar, intentando mantener viva la inquietud por aprender, y ejercitar el hábito del trabajo.
  • Favorecer la ocupación constructiva del tiempo libre mediante actividades estructuradas que contribuyan al desarrollo integral del niño.
  • Promover el proceso de comunicación entre el centro de origen y el entorno del niño mediante el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación.
  • Facilitar la integración del niño en su nivel de escolarización en el momento en el que se produzca el final de su hospitalización, afianzando su seguridad y su autocontrol a través del proceso educativo desarrollado en el hospital.
A nivel Psicológico

  • Contribuir a disminuir las vivencias negativas de ansiedad y angustia que el niño experimenta en su proceso de hospitalización.
  • Dar información adecuada y contrastada. Respondiendo a las inquietudes e interés del niño, se han de aclarar, con un lenguaje sencillo, todas aquellas dudas que se puedan plantear acerca de su patología.
  • Conseguir mediante las áreas curriculares que el niño sea capaz de valorar y situar correctamente las dimensiones reales de su enfermedad, evitando que se produzcan procesos de angustia y aislamiento.
  • Dar un carácter positivo y un contenido formativo al tiempo libre y de ocio en el hospital, programándose junto a otras personas que se incorporen a esta acción, actividades de ocio de carácter educativo.
  • Diseñar y desarrollar actividades de carácter formal e informar que colaboren en ofrecer una atención educativa al niño hospitalizado, en procura de mejorar su estado en el aspecto psico-afectivo.
  • Organizar actividades terapéuticas y específicas en casos concretos.
A nivel Participativo

  • Fomentar un ambiente de humanización en el hospital, basado en relaciones de confianza y seguridad.
  • Crear y dar origen a distintas situaciones de relación, tanto en el aula como en la planta, que favorezcan las relaciones interpersonales entre distintos niños ingresados en el centro hospitalario.
  • Estimular la participación de otras entidades o grupos organizados en la atención de los niños hospitalizados.
Los principios metodológicos necesarios para la consecución de estos objetivos, según García González (2005), son:
Globalizadores: Las actividades programadas han de partir de un criterio globalizador, en el que los contenidos se han de estructurar en torno a unos ejes concretos que partan del propio entorno hospitalario en el que el niño se mueve.
Personalizados: Apostar por procesos de individualización de la enseñanza que garanticen la atención a sus necesidades e intereses o la equidad en la distribución de esfuerzos, recursos y oportunidades, y la solidaridad con quienes, por una patología crónica, tienen dificultad para acceder a los beneficios que la educación les proporciona.
Participativos: El proceso educativo ha de contar:
  • La familia, que va a ser el vínculo que nos conecte con el centro docente de origen del niño, así como de información sobre su estado físico o psíquico, a la hora de realizar cualquier tipo de actividad.
  • El personal sanitario, que proporcionará la información necesaria acerca de su oportuna asistencia al aula y de las limitaciones debidas a su estado de salud o, en último caso, sobre la posibilidad de realizar actividades en su habitación.
  • Los profesores de su centro de origen, especialmente el tutor/a, que nos deben orientar hacia dónde ha de dirigirse nuestra actuación pedagógica durante su estancia en el centro hospitalario.
Significativos: Los docentes se convierten en educadores y no en enseñantes, donde más que enseñar faciliten y provoquen aprendizajes significativos, proporcionándoles una educación funcional, útil, eficaz y satisfactoria para él, acorde con su propia realidad clínica.
Motivadores: Todas las actividades organizadas han de partir de propuestas interesantes, que le ayuden a construir sus propios conocimientos, desarrollando así su espíritu creativo y constructivo.
Socializadores: Favorecer una metodología basada en la “actividad participativa”, donde jugar, experimentar y aprender sean la meta de la escuela; fomentar las actividades en grupo con el fin de lograr una mayor comunicación y amistad entre los niños hospitalizados.
Flexibles: Procurando ajustar las actividades a la diversidad de niños, patologías, edades y ritmos de aprendizaje
  • Es imprescindible la creación de un ambiente apropiado en el aula encaminado a estimular y motivar al alumno que acude a ella, teniendo en cuenta la diversidad creada por su situación social y sanitaria. Autores como M. Guillén y A. Mejía (2002) resaltan en sus teorías la importancia de tener unos principios metodológicos muy claros y muy definidos a la hora de enfocar las actividades que el niño va a llevar a cabo. Es necesario:
  • La operatividad. Las actividades que se realicen han de ser funcionales, los aprendizajes han de ser útiles para la vida.
  • La normalización. El niño ha de sentirse en el aula como en su centro, necesita saber que pese a que ahora esté hospitalizado, las cosas no han cambiado tanto; necesita sentir a sus compañeros cerca.
  • La enseñanza individualizada y personalizada. Siempre hay que tener en cuenta las características individuales del alumno. Las actividades tienen que estar adecuadas a su nivel escolar, a sus intereses, a su situación afectiva y de salud. Hay muchos factores que influyen y que tendremos que tener en cuenta, como son la edad del niño hospitalizado, el tiempo de hospitalización, el conocimiento o no del diagnóstico, el tipo de patología, la actitud de los padres.
  • La socialización. Es importante fomentar conductas en relación al grupo de iguales.
  • La acción participativa. Es preciso que todas las personas que giren alrededor del niño durante su proceso de hospitalización (personal sanitario, profesores, padres) puedan participar de las actividades, ya sea en su preparación como en su desarrollo.
ACTIVIDADES EDUCATIVAS
La asistencia al aula hospitalaria ha de potencia y en la medida de lo posible, procurar que el niño realice las mismas actividades que el resto de sus compañeros, siendo su referente el currículum del grupo  donde se encuentra escolarizado, lo que facilitará su continuidad educativa, cuando pueda volver a clase. Por todo ello, es necesaria la coordinación sistemática de los sujetos que intervienen en el proceso de recuperación,  con la finalidad de ofrecer un tratamiento integral al niño hospitalizado.
Estas actividades pueden ser aportadas por el centro educativo de referencia  en el que está matriculado el alumno. Creadas por los mismos docentes del aula hospitalaria o elaboradas a partir del apoyo de documentos o materiales publicados.
El agrupamiento de los alumnos debería adecuarse a las necesidades de las dinámicas (individuales o en grupo). Es habitual que existan alumnos de edad y niveles muy diferentes, así como muy distintos ritmos de aprendizaje, y se deben proporcionar actividades que refuercen actitudes positivas respecto de la escuela, el hospital y su propia enfermedad (Guijarro y Torres, 1990).
Las posibilidades de tratar la información online nos abre un campo en la educación en momentos de aislamiento y hospitalización.
La alianza terapéutica que se establece con el juego permite reforzar el proceso de curación de la enfermedad. El juego es una forma de comunicación, sustituto de la verbalización (Melanie Klein, 1932). Mediante él se integran los dos sistemas que posee el ser humano para la recolección y procesamiento de los estímulos internos y externos: el sistema basado en las emociones (de tipo vivencial) y el sistema racional (de tipo conceptual). Esta integración le permitirá a cada jugador descubrir necesidades, dificultades y logros para la adquisición de nuevos recursos, operando en este descubrimiento cambios de fuerte significación, ya que se considera una herramienta privilegiada para desarrollar estrategias de prevención y promoción de salud en individuos, grupos y comunidades. Nos permite apropiarnos y/o desarrollar recursos personales como son el desarrollo de la autoestima, la independencia, la capacidad de relacionarse, creatividad, iniciativa, humor; todos ellos, pilares de la resiliencia. “La resiliencia se teje: no hay que buscarla sólo en la interioridad de la persona ni en su entorno, sino entre los dos, porque anuda constantemente un proceso íntimo con el entorno social” (Moreno, 2005). Es un instrumento de expresión de la personalidad infantil, que origina y desarrolla motivación por compartir experiencias emocionales significativas.
Objetivos de las actividades lúdicas en el contexto hospitalario (Serradas, 2007):

  • Promover una adecuada adaptación del paciente pediátrico a la experiencia de enfermedad y hospitalización.
  • Favorecer el desarrollo físico, cognitivo y social.
  • Ayudar al niño a afrontar una situación estresante.
  • Reducir el carácter distinto del contexto hospitalario en relación con el escolar.
  • Permitir la elaboración de la ansiedad relacionada con la vuelta al hogar o el tratamiento.
En relación a las actividades tomaremos como base las recomendaciones que Cruz Roja (2002) aconseja a sus voluntarios, de las que extraeremos los siguientes puntos a considerar:
  • Las actividades han de adaptarse al contexto en donde se desarrolla y al grupo de niños que las realizan.
  • Se deben realizar las actividades e intervenciones siguiendo unos principios que impliquen respeto, tolerancia, compañerismo, creatividad y participación.
  • Una actividad adecuadamente dirigida asegurará al niño un aprendizaje a partir de su estado actual de conocimientos y destrezas.
  • En la actividad lúdica no hay que buscar siempre un rendimiento o un resultado final. De este modo, debe aceptarse como un proceso.
  • Fomentar actividades de diferentes características, en las cuales se valoren las aptitudes diversas (físicas, intelectuales).
  • Las actividades no han de afectar a la integridad física, psíquica o afectiva de los niños.
La figura del animador hospitalario viene a complementar la figura del pedagogo en el hospital, y es necesaria una coordinación sistemática entre ellos para ofrecer una mejora en la atención del niño hospitalizado. Cada parcela mantiene una tipología y líneas de trabajos específicas, pero existen actividades que de ser planificadas conjuntamente repercuten en beneficio del niño para favorecer la liberación del estrés y ayudar al bienestar psicológico y al estado anímico durante el proceso de enfermedad. El juego, para Huizinga (1990), es más que un fenómeno meramente fisiológico o una reacción psíquica condicionada: “Es una función llena de sentido”. La importancia de las actividades lúdicas y recreativas es fundamental para el correcto desarrollo físico, psíquico, emocional y social, tanto de niños, jóvenes, adultos y tercera edad. A través de este tipo de actividades se van a desarrollar distintos aprendizajes, a la vez que se va conformando la personalidad del individuo. De ahí que, desde que nace y sobre todo en la infancia, el ser humano debe disfrutar, compartir, crear y dinamizar sus espacios y momentos de ocio y diversión. El concepto de pedagogía hospitalaria, se enmarca en  la atención educativa a niños hospitalizados o que requieran atención domiciliaria, debido, a su proceso de patología, esta disciplina ha supuesto para el niño en situación de enfermedad, el reconocimiento de la necesidad de un trabajo interdisciplinario que conlleve a la educación global. Polaino-Lorente (1990)  describe la pedagogía hospitalaria como “Una pedagogía vitalizada, una pedagogía de la vida y para la vida”. Su justificación abarcaría en paliar aquellos efectos de índole negativos que afectan al niño a nivel psicológico, educativo y social, que pudiera ocasionar el ingreso hospitalario tanto para el niño como para su entorno familiar y social.

"La Pedagogía Hospitalaria constituye un modo especial de entender la Pedagogía. Se encuentra orientada y configurada por el hecho incontestable de la enfermedad y enmarcada por el ámbito concreto que compone la institución hospitalaria donde se lleva a cabo estableciendo una constante comunicación de experiencias entre la vida del educando y  la vida del educador, abarcando cualquier situación, por dolorosa que pueda parecer, para enriquecer a quien la padece, transformando su sufrimiento en aprendizaje” Lizasoáin, (2000).  Argumentando que la Pedagogía Hospitalaria ha de: Integrar al niño delante de su nueva situación  (enfermedad-- hospitalización) y a su nuevo entorno (hospital). Intentando paliar el posible déficit afectivo tanto del niño como de la familia, disminuyendo los posibles efectos negativos originados por la hospitalización, animando al niño a continuar con su labor educativa, propiciando el aprovechamiento del tiempo de ocio y, en definitiva, reduciendo déficit escolar.

Aparici (2008) “Para lograr estos objetivos la pedagogía hospitalaria se sirve de los siguientes modos de intervención: la enseñanza escolar, las actividades lúdicas, la orientación personal y las estrategias psicopedagógicas especificas de intervención. Estas estrategias conforman los programas de preparación a la hospitalización infantil y entre las más empleadas están: la información consensual y sensorial, los modelos filmados, las técnicas de relajación, la distracción, la imaginación guiada, entre otras” y la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, como elemento de interrelación con el entorno cercano la escuela del niño y el recurso que supone  la comunicación en red siendo una  ventana al mundo de los portales educativos y el acceso a la información. Siendo importante, mantener una rutina en el periodo de ingreso hospitalario lo más normalizada posible. Los niños que se les aísla o se sobreprotegen pueden manifestar problemas  para socializarse o una tendencia a la dependencia emocional  que podría desencadenar posteriores dificultades.



“En 1987, en Ginebra, un grupo de estudio de la Organización Mundial de la Salud, se reunió para tratar el tema de la Educación Multiprofesional de la Salud, informando que el personal de salud aglutinaba a todas aquellas personas que, aun con diferentes antecedentes educativos, realizaban tareas en pro de la salud, ya fueran de promoción, prevención, curación y/o rehabilitación. Considerando agentes de salud a médicos, enfermeras, asistentes sociales o personal de cualquier categoría. En consecuencia, bajo esta perspectiva surge el planteamiento de cómo y dónde ubicar la figura que bajo el criterio del equipo de la O.M.S. proporciona una atención al niño y a su familia: el pedagogo hospitalario. Fomentando que el tiempo de hospitalización sea agradable, potenciando un clima afectivo de confianza, de empatía con el entorno y seguridad. Atendiendo educativa y lúdicamente a los niños y jóvenes, tanto en el aula como en las habitaciones cuando los niños no se puedan desplazar. Y aportando a su proceso e itinerario educativo herramientas para una educación de calidad basada en la igualdad de oportunidades y la equidad.
Desde el aula hospitalaria se realizan las siguientes actuaciones educativas cuando un niño ingresa en el hospital, teniendo como finalidad: crear nexos de unión    con su centro de referencia y ofrecer al niño elementos de ayuda para su normalización.
Una vez el niño llega a la planta pediátrica , se informa por parte del médico o servicio sanitario de la llegada del nuevo paciente al docente del aula. A primera hora (9 h) (se toma como referencia el Aula hospitalaria Dr. Antoni Cambrodí del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida), se consultan las altas previstas para ese día y los nuevos ingresos (ingresos de  la tarde o noche anterior, patologías diversas, pudiendo acceder en coordinación con el equipo médico-sanitario a conocer la situación de la evolución de la enfermedad  del niño).
Se realiza, con el equipo médico-sanitario, el seguimiento de los niños, para saber:
  • Qué niños han de permanecer en su habitación por llevar tratamientos específicos.
  • Los niños con patologías concretas que necesitan reposo.
  • por el contrario, se recomienda salir de la habitación para asistir a las clases.

De haber algún niño ingresado en otras plantas, se informa directamente al docente del aula de la permanencia del alumno en dichas dependencias, con la finalidad de  iniciar el seguimiento educativo en el lugar de ubicación donde se le presta cuidados. En la primera visita a las habitaciones (condicionada al estado de salud que presente el niño) se le facilita información del funcionamiento del aula hospitalaria y se  intenta crear un ambiente favorable hacia la asistencia al espacio educativo. Es imprescindible la  implicación de la familia en dicho proceso, ya que la asistencia al aula hospitalaria es voluntaria. Se les manifiesta a los padres la necesidad del niño de continuar con su normalidad y la conveniencia de realizar, en la medida de las posibilidades, sus trabajos escolares. La recogida de información se hace necesaria para ubicarnos ante la situación personal que presenta el niño y dejar constancia de su estancia en el hospital, abriendo un expediente personal donde quedará reflejada la atención educativa recibida durante el ingreso
El registro diario nos permitirá conoce la situación personal en que se encuentra el niño. Su finalidad es reflejar el seguimiento educativo, la asistencia al aula y el trabajo realizado diariamente por parte de los niños ingresados.
El registro individual: con el objetivo de apuntar  los datos personales: nombre, edad, procedencia (escuela/centro educativo, población), curso/ciclo, permanencia (fecha de ingreso, fecha de alta), así como la asistencia al aula, las actividades que realiza y la coordinación con otros profesionales.
El registro mensual engloba la información recogida en los registros anteriores (diario e individual) durante el periodo de permanencia del niño. Se hace un recuento del número total de sesiones en el aula y/o en la habitación y, por último, un recuento del número total de niños en un mes.
Informe final. A los niños de larga estancia en el aula hospitalaria (más de un mes) se les realiza un informe en el que se detalla el tipo de apoyo escolar recibido en el  aula hospitalaria. Todo ello para que el Derecho a la Educación sea una realidad en momentos de especial dificultada en niño y jóvenes

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