En el taller de hoy hemos tenido una curiosa anecdota, un niño de 4 años, que la timidez afloraba en su rostro... al invitarle a tocar los cuencos:
Su papa le animaba y se tapaba la cara de verguenza...
Una vez se ha animado a tocar; ¡15 minutos se ha pasado la criatura tocando!.
¡Verle la cara de felicidad, ha sido un gozo!
Hemos tenido también una mañana donde la paz y tranquilidad de ha intentado llevar a los niños ingresados, pasando por las habitaciones, y donde los/as alumnos, han disfrutado con el taller de cuencos tibetanos.
Tocando, experimentando.........
Ha estado muy bien la verdad.
Gracias, hasta la próxima.
Javier Morales
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