jueves, 23 de marzo de 2023

21 de marzó día del síndrome de Down

 

El síndrome de Down siempre ha formado parte de la condición humana, existe en todas las regiones del mundo y habitualmente tiene efectos variables en los estilos de aprendizaje, las características físicas o la salud.

 https://www.un.org/es/observances/down-syndrome-day

El acceso adecuado a la atención de la salud, a los programas de intervención temprana y a la enseñanza inclusiva, así como la investigación adecuada, son vitales para el crecimiento y el desarrollo de la persona.

En diciembre de 2011, la Asamblea General designó el 21 de marzo Día Mundial del Síndrome de Down. Con esta celebración, la ONU quiere generar una mayor conciencia pública sobre la cuestión y recordar la dignidad inherente, la valía y las valiosas contribuciones de las personas con  capacidades diversas  como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidades. Asimismo, quiere resaltar la importancia de su autonomía e independencia individual, en particular la libertad de tomar sus propias decisiones.

 En un día como hoy os presento la joven del paraguas... de Toñy castillo

La joven del paraguas es la bonita historia de una chica con síndrome de Down tratada desde la máxima inclusión social, emocional y afectiva en esta sociedad Plural: 

“El cuento ‘La joven del paraguas’ versa sobre una chica que trabaja, que ha luchado, que se ha esforzado mucho, y que, un buen día, desde la máxima inclusión social, emocional y afectiva en esta sociedad plural, le comunican en su empresa que va a pasar a ser fija. Era una joven que miraba al cielo, veía que iba a llover y cogió un paraguas, ese día había quedado con una amiga para ver una exposición artística de un amigo suyo y, de camino, mientras va contando cómo ha ido su día, esa amiga le dice lo mucho que le gustan sus ojos, que son achinados. En ese momento, la joven responde que si no sabía que ella era síndrome de Down, mientras su amiga, acto seguido, le responde “son preciosos”. De alguna manera, este cuento recoge todo el cariño y el respeto hacia los jóvenes.


Hola me llamo Toñy, soy profesora y me gusta escribir cuentos y contar historias a mis alumnos.

Hace mucho tiempo, estando en mi colegio una niña me regaló una Luna y la colgué en la en la pared,

pero a veces...

La Luna baja y se sienta junto a niños y jóvenes para hacerles un poco más felices contándole un

cuento. Ayer... sorprendí a Miriam más contenta.

Dedicado a Miriam y a cada una de esas personas que hacen de su vida un ejemplo de esfuerzo y cariño en un mundo cada vez más necesitado de personas valientes.


Hola, soy la Luna y en mis viajes por las estrellas me quedé a vivir cerca de un planeta llamado Tierra, 
sostenida en el cielo, me mantengo lo suficiente próxima y lo suficientemente lejos, como para poder observar el ir y venir de sus habitantes, y así, de esta manera, alumbrar en la noche caminos, aceras y anhelos.

La noche pasada me quedé en Lleida cerca del río y desde su orilla deseé asomarme a una ventana de cristales de colores, en ese instante... vi a una joven que se recostaba en su cama.

¡Siempre suena el despertador! Parece que las horas por las noches pasan más rápidas que por el día... Me quedaría un ratito más... aquí entre las sábanas...-protestaba Lydia, pero he de levantarme, he de ir a trabajar.

Lydia tenía 18 años, y hacía poco más de 6 meses que estaba, en su periodo de prácticas, trabajando en un bufete de abogados, situado en la parte norte de la ciudad. Cada mañana sonaba el despertador a las 7 en punto, y como era su costumbre, lo apagaba y se quedaba un ratito más entre ensueños y realidades, le gustaba sentirse arropada por el calor de la noche y de esa manera, se sentía protegida durante el día. Cinco minutos más tarde el despertador volvía a sonar recordando que debía de dejar su recodo nocturno para entrar en la claridad de su vida.

Una vez levantada, realizaba el mismo ritual, la ducha, los dientes... y su pelo, su pelo... era peinado una y mil veces, le gustaba cepillar la melena castaña con mechas rubias hasta que le quedaba tal y como ella deseaba, le gustaba salir a la calle muy linda. Terminado su aseo fue a desayunar, ya en la cocina su hermana Ana le preguntó:

-¿Te gustaría Lydia ir al terminar de trabajar a ver los cuadros que Toni expone en la galería del paseo?

- Vale -respondió casi sin pensarlo- pero yo llegaré sobre las 8 de la tarde, porque entre que termino de trabajar y cojo el autobús, no podré llegar antes de esa hora.

-No te preocupes, - continuó Ana- Toni inaugura sus cuadros a las 8, ¡te da tiempo de sobras!

- ¡Perfecto!, así pues, tendré que ir deprisa y no entretenerme charlando con mis compañeros a la salida del trabajo.

Para Lydia su trabajo era muy importante, desde pequeña deseo trabajar en una oficina y ahora se había cumplido su sueño, un bufete de abogados, había apostado por ella, sus inicios no fueron fáciles, se levantaba a las 7’5 cuando llegaba el día, y a ella le gustaba dormir, pero se había acostumbrado a que su amigo el despertador le avisara que le esperaba su jornada diaria.

En la oficina se sentía muy a gusto, tenía un grupo de compañeros y compañeras amables, que les indicaba cuales eran las funciones que debería hacer de una manera cordial y desde su primer día de incorporación, la habían acogido como una más del grupo. A Lydia le gustaba su trabajo y allí se sentía muy querida y respetada.

Regresó a su habitación y cogiendo el bolso se aseguró de llevar la tarjeta del autobús, el monedero y las llaves, miró al cielo y al ver nubes grises juguetonas empañando el color azul brillante, decidió ir al cajón del armario para sacar su paraguas plegable, se volvió a mirar y remirar en el espejo y sintiéndose guapa fue a la habitación de su madre para darle un beso como cada mañana.

- Mamá, me marcho, llevo el paraguas, porque creo que puede llover.

- Haces muy bien hija, así no te mojarás.

Caminó por la acera hasta la parada cercana a su casa y alzó su mano al ver que llegaba el autobús.

- Buenos días- dijo al conductor-

El chofer, poco acostumbrado a que los pasajeros saluden tan amable, le respondió con una sonrisa y un “Buenos días”. Curiosamente, había un sitio libre y se sentó mirando el paisaje nubloso en ese día de otoño, estaba muy pensativa cuando junto a ella observó a una señora mayor con un abrigo marrón que se sostenía de la barra para amortiguar los frenazos del vehículo,

Lydia mirándola, se levantó del asiento invitándola a sentarse.

- Señora siéntese por favor- Le dijo-

- ¡No hija es igual!

- Si siéntese, yo puedo estar de pie y además, llevo un rato sentada, ahora este asiento es para usted.

- Gracias, digo la señora mirándola con admiración, mientras se sentaba con dificultad, sosteniendo una bolsa entre sus manos.

El altavoz indicaba la próxima parada y Lydia miró el rótulo luminoso para asegurarse que debía bajarse, con un amable “adiós” a la señora del abrigo marrón, abandonó el autobús.

Chispeaba y pensó lo bien que le había venido sacar el paraguas del cajón para llevarlo consigo. Caminó protegida hasta llegar a la oficina sintiéndose Mery Poppins bajo las gotas frescas de lluvia.

- Hola Lydia... ¿Ves? tú no te has mojado, yo he llegado empapada, -dijo Trini-

- ¿Pero no has mirado el cielo al abrir la ventana al ventilar tu habitación?

- ¡Pues no! es que Lydia... por las mañana voy muy rápida y no me da tiempo

- Y ¿No haces tu cama después de ducharte?

Trini hizo un gesto de negación con la cabeza que fue respondido con una miradilla de protesta por parte de su compañera. Siempre tan cuidadora y ordenada -pensó Trini-

Como cada mañana, entre ordenar papeles, mirar el correo en el ordenador... fotocopias y atender las llamadas de teléfono, se le pasaban las horas casi sin darse cuenta, ella se encargaba de recibir a los clientes del bufete, acompañarlos a los diferentes despachos, realizar aquellas tareas urgentes que se habían de priorizar, y siempre estaba contenta y su sonrisa... su bonita sonrisa siempre afloraba de manera continua, bueno... alguna vez se enfadaba, sobre todo cuando alguien le tocaba los archivos y se los dejaba fuera de sitio y después le descolocaba los papeles... en ese momento se sentía muy contrariada, pero al cabo de 5 minutos volvía a sonreír.

- ¿Te veo muy contenta Lydia, - dijo Juan-

- Sí, cuando termine iré a ver una exposición con mi hermana de cuadros. Es de un amigo mío se llama Toni y es pintor.

- ¿Te gusta la pintura?

- Si, me gusta, aunque hay cuadros que no los entiendo.

- Eso también me pasa a mí, cuando mires un cuadro Lydia, mira los colores, la belleza de las formas y si lo encuentras bonito grábalo en tu mirada, eso es lo que yo suelo hacer.

- Eso haré -respondió con una gran sonrisa-.

Lydia se sentía satisfecha, fue una niña aplicada en la escuela, cierto es que tuvo ayuda porque le costaba entender un poco algunas asignaturas, sobre todo los problemas de matemáticas, esos de aviones que salen de un lado y llegan a otro y tienes que saber donde se cruzan, o esos grifos siempre echando agua y he ha de adivinar cuando se va a llenar el lavabo, pero siempre se esforzó para ser una buena alumna.

Sus padres siempre la animaron a estudiar, y su hermana Ana, menor que ella dos años, se había convertido en su consejera junto a su amiga Lurdes, que vivía en el mismo bloque de pisos.

- Lydia si me llama por teléfono el señor Domínguez, por favor pásamelo urgente

- Si, señor Pedro, se lo pasaré.

-¿Podrías acompañarme un momento?

- ¡Ana yo voy a trabajar!

-Anna no entendía... ¡ pero si ya trabajas?

- SI, PERO AHORA PARA SIEMPRE, -decía exaltada-

Levantándose de su silla siguió al director del bufete hasta su despacho y una vez allí, la invitó a sentarse, estaba muy emocionada, sus nervios afloraban, no entendía para que estaba allí sentada, pero en ese momento el señor Pedro dijo:

- Deseaba decirte que estamos muy contentos con tu trabajo, que ya has finalizado tu periodo de prácticas y que a partir del mes próximo estarás en plantilla con nosotros.

Lydia se puso tan alegre que estaba a punto de llorar, no podía hablar su cara se encendió dando un color rojizo a sus mejillas, y las manos casi le temblaban de ilusión.

Al terminar su jornada tomó su autobús y se bajó en la plaza donde había quedado con su hermana, Ana la estaba esperando, pero Lydia no iba sola, Marcela que trabajaba con ella, se había añadido al grupo para ver la inauguración de la exposición. No podía disimular su alegría y solo ver a su hermana, le dijo que iba a trabajar en oficina y casi no le salían las palabras.

Todo su esfuerzo recompensado aun no tenía 20 años e iba a trabajar, estaban muy contentos con ella y se lo habían dicho. En ese momento Marcela añadió, ¡te lo mereces! eres una gran compañera, por cierto... llevo todo el día queriéndote decir que me gusta mucho la camisa que llevas y estas hoy muy guapa.

- Pero yo no soy guapa.... Dijo Lydia...

- Si que lo eres, y además me encantan tus ojos achinados, son muy bonitos.

- Bueno ya sabes que tengo Síndrome de Down, y por eso mis ojos son así...

- Son preciosos

En ese momento llegó Toni a la puerta de la galería con una bufanda de colores y saludó con un beso a sus amigas y dijo: Lydia... un día te dedicaré un cuadro a ti.

Caían gotas de agua... pero ella abrió su paraguas y entraron en la galería refugiados bajo su techo.

Lydia sonrío, pensando este es uno de mis mejores días de mi vida...

Y bueno yo la luna, sigo aquí en la orilla del río, vigilo ventanas, a la espera de que a ella se asome muchos niños y niñas que crecen bajo el respeto y el cariño de las personas que apuestan por ellos.

A la asociación Síndrome de Down con respeto y cariño.

 Ilutración Toni Uceda. Link

La joven del paraguas

 Video https://www.youtube.com/watch?v=ozItiM8Ut7E


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