viernes, 2 de diciembre de 2022

“Violencia en la infancia y adolescencia: ecología social, prevención y reparación. Una infancia infeliz no determina la vida”,

 El pasado dia 2 de diciembre  Via On line la Dra. Carme Tello y la Dra. Antonia Castillo participaron en la formación interdisciplinario sobre: “Violencia en la infancia y adolescencia: ecología social, prevención y reparación. Una infancia infeliz no determina la vida”, con la ponencia: “Síndrome de los NNA 8 Niños/niñas/adolescentes) de invernadero o NNA orquídea vs NNA diente de león. Madre ausente, como riesgo social”


La familia tradicional ha sufrido muchas variaciones. Actualmente, existen muchos modelos: tradicional, mono parental, padres o madres del mismo sexo, por subrogación, etc.… Estos cambios están ligados a la evolución en las relaciones de pareja y al hecho de que la mujer se haya incorporado al mundo laboral, rompiendo con su rol tradicional del ama de casa, que era cuidadora principal de los hijos, el marido y los abuelos. Estos cambios han generado también nuevos estilos de relación con los hijos[1].

Pero sea cual sea el tipo de familia, los hijos son edificios en construcción. Algunos padres que no se van a preocupar ni de cómo se ponen los cimientos ni si se suben las paredes maestras de manera correcta. El resultado será unos niños que padecerán situaciones de estrés, malos tratos, negligencia y/o abusos sexuales. Otros padres y madres van a desear construir un edificio espléndido, único, que cause envidia a todo el mundo. Un edificio construido para satisfacer su ego, donde el hijo es un mero  apéndice de ellos,  un objeto usado para satisfacer su narcisismo.  A estos padres y madres se les conoce como padres helicóptero[2] y madres tigre[3]

Los padres helicóptero son los que están demasiado preocupados por los factores económicos, laborales y sociales. No confían en las capacidades de sus hijos, son hiperprotectores  y toman decisiones por ellos tanto  a nivel académico, como el tipo de amigos con los que tienen que relacionarse o las actividades que deben hacer. Desean que sus hijos alcancen un buen nivel económico y social y les presionan para que lo obtengan. Esta actitud puede provocar algunas veces el efecto contrario, niños incapaces y dependientes, que establezcan relaciones interpersonales falsas o que valoren más los factores económicos que las relaciones interpersonales.

Las madres tigre siguen el modelo asiático que es distante, estricto y muy exigente, en el que no se tiene en cuenta los deseos de los niños. Buscan la perfección en los hijos, muchas veces muy por encima de sus posibilidades. No les importa si estos niños van a estar tristes, estresados  o angustiados porque lo único que esperan de ellos es que tengan éxito escolar. No tienen en cuenta la importancia de que puedan desarrollar la inteligencia emocional para su desarrollo integral. Olvidan que el éxito no necesariamente está ligado a buena calidad psicoemocional ni a la capacidad de relaciones afectivas y sociales positivas.

Los niños pueden estar sometidos a diferentes situaciones de estrés, tales como:

  • Violencia entre la pareja parental, siendo ellos espectadores pasivos de la misma. Es importante tener en cuenta que no necesariamente el niño debe padecer sobre él la violencia. El ser espectador pasivo es una grave forma de maltrato y un alto factor de estrés.
  • Recibir muchas cosas materiales, objetos, pero que ser ignorados a nivel afectivo. El estrés derivado está relacionado con la falta de afecto
  • Vivir en familias donde no hay normativas claras o, por el contrario, las normas son rígidas y autoritarias. No saber a qué atenerse puede generar tanto estrés como estar sometido a normas autoritarias.
  • Separaciones conflictivas, sometiendo a los hijos a situaciones, tener que tomar partido por uno de ellos dentro de un conflicto de lealtades
  • Toxicomanías, adicciones o enfermedades mentales del padre o la madre. Se considera un factor de riesgo muy alto si es la madre la que padece una toxicomanía o adicción, por el tipo de vinculación afectiva como cuidadora principal.
  • Inversión de roles, cuando el hijo debe hacer el rol del padre o la madre responsabilizándose de funciones que no le corresponden. Suele darse en casos de padres con toxicomanías, adicciones o enfermedades mentales y en casos de rupturas de pareja conflictiva.
  • Muertes o perdidas de personas significativas
  • Problemas económicos de la familia
  • Emigración y choques culturales y religiosos en el nuevo país
  • Entre otros.

Boyce[4],[5] plantea que, independientemente de las características de los niños estos pueden prosperar, siempre que seamos capaces de conocer sus necesidades. Según el tipo de estrés que pueden desarrollar, diferencia dos tipos de niños: los niños diente de león y la orquídea. Los niños diente de león tendrían mayores amortiguadores genéticos para ser un poco más inmunes al estrés ambiental, es decir, son más resilientes. Estos niños les gusta interaccionar con el ambiente, son extrovertidos, curiosos y con ganas de aprender cosas nuevas y  cuando hay cambios son capaces de adaptarse a los mismos. En cambio, los niños orquídea son reactivos, delicados y susceptibles con su entorno. Presentan una mayor vulnerabilidad, desde el punto de vista biológico, a los estímulos, con dificultades a enfrentar situaciones sociales, con mayor posibilidad de desarrollar trastornos psicosomáticos relacionados con la ansiedad y la depresión y necesitan ambientes de seguridad para poder desarrollarse positivamente porque, al igual que las orquídeas, se marchitan ante las situaciones de estrés. Pero en realidad lo que más abundarían serían los niños tulipanes[6]. Los niños tulipanes estarían situados en un punto intermedio entre la fragilidad y la resiliencia.

En los niños orquídeas, dientes de león o tulipanes, el  factor protector del estrés estaría ligado al tipo de vinculación afectiva que ese padre o esa madre va a ejercer o no hacer o no con su hijo. Si la vinculación es segura, eso va a permitir: poder entender lo que el hijo siente, tener capacidad para responder de manera adecuada a sus necesidades y tener disponibilidad para darle seguridad y valorar los aspectos emocionales del hijo. Esta posición del padre o la madre va a permitir que los hijos puedan desarrollar su capacidad de supervivencia y tener representaciones adecuadas del mundo interno y el mundo externo.  Si, por el contrario, el vínculo que se establece con los hijos es inseguro, es decir que intenta evitar las emociones  para protegerse de la ansiedad o justamente lo contrario, excesivamente preocupado, buscando de una seguridad inalcanzable, repercutiendo negativamente en el establecimiento de las relaciones interpersonales. En el peor de los casos puede darse un vínculo desorganizado, que está ligado a niños que desde edades muy tempranas y de manera continuada, han padecido situaciones traumáticas de malos tratos y abusos sexuales. Todos estos niños van a tener muchas dificultades: psicoafectivas, somáticas, cognitivas y relacionales lo largo de la infancia y adolescencia, y especialmente en la vida adulta .

La maternidad y paternidad no es solamente cubrir la necesidad que los seres humanos tienen, totalmente licitas y normales, de poder transcender y tener una continuidad vital y social. Sus funciones básicas no son solamente la responsabilidad de la alimentación y de los  cuidados externos de los hijo/as,  sino los relativos a facilitarles una vinculación emocional segura que les facilite poder desarrollar sus capacidades, para convertirse en ciudadanos y ciudadanas asertivos con ellos mismos y empáticos con los demás. Ser padre o madre implica un vínculo con el hijo/a a lo largo de toda la vida hasta la muerte.  Si es cierto que, metafóricamente, nunca termina de cortarse el cordón umbilical, también lo es que ese hijo va a ser una persona diferente a sus progenitores, con una conciencia y capacidad de pensar propias. Y esa  capacidad de poder decidir estará mediatizada por el tipo de vinculo afectivo que sus progenitores hayan podido desempeñar con él.

  • Dra. Carme Tello Casany. Psicóloga Clínica. Presidenta de la Asociación Catalana por la Infancia maltratada (ACIM).Presidenta de la Federación de Asociaciones para la prevención del maltrato infantil (FAPMI).

carmetello@gmail.com

  • Dra. Antonia Castillo Menéndez. Pedagoga. Coordinadora del Grupo de Pedagogía y Salud del Colegio Oficial de Pedagogía de Cataluña. Maestra del Aula Hospitalaria del Hospital Arnau de Vilanova de Lleida.

tonycastillo10@hotmail.com


[1] Nos referimos al genérico hijos para hablar de hijos e hijas

[2] Ginott H (1969) Between Parent & Teenager  New York, Scribner

[3] Amy Chu (2015 ) Madre tigre, hijos leones. Una forma diferente de educar a las fieras de la casa. Barcelona,  Ediciones Martínez Roca

[4] Boyce  T. (2019)  The Orchid and the Dandelion. New York, NY: Knopf Publishing[5] Boyce T (2020) «Niños sensibles: su fuerza secreta» Barcelona, Ed. Espasa

[6] Holohan M (2018) Is your child a tulip? New study examines how children react to their environment A new study looking at children’s environmental sensitivity finds that children fall into three types: orchids, dandelions or tulips.

https://www.today.com/health/your-child-orchid-dandelion-or-tulip-new-study-examines-kids-t121676

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